Las naranjas me recuerdan a mi papá acostado viendo una película de Steven Seagal. Sí, porque se colocaba un plato repleto de ellas en la guata y las iba pelando una por una mientras la acción ordinaria, cuma y miserable transcurría en la pantalla. Yo le pedía y veía tele con él.
Las naranjas, aparte de complementar el mal cine del peor actor de artes marciales de la historia, nos entregan muchas propiedades. Por ejemplo: son ricas en vitamina C, razón que las hace remedio de casi todos los resfriados que deja el invierno. Tabletas de vitamina C, té con ralladura de naranja, cáscaras de naranja sobre la estufa. Pero la vitamina C no sólo nos protege en los meses fríos del año, también es un muy buen antioxidante, esto significa que nos previene de la pérdida de visión, hipertensión y sordera. Por si esto fuera poco, las naranjas también son buenas para la circulación de la sangre, para escapar del cáncer, fortalecer el feto, y, muy importante, ayuda a mejorar los orgasmos. Más info en botanical-online.
Comprar naranjas en un supermercado puede ser desagradable. Primero por el valor absurdo, y segundo por el sabor malísimo que muchas veces tienen. Mi concejo, compren en la feria del barrio donde el precio es un poco más razonable, pero su sabor es a naranja. El kilo en estos puestos de fin de semana está cerca de los $800. Ahora, si no les gustan estos lugares y tampoco los supermercados, en Fullmercado el kilo está a $1000.
De mis recetas favoritas y que ya están publicadas en Cookcina, les recomiendo: -Queque de chocolate blanco y naranja: Es que el chocolate blanco es mejor que el otro y la naranja ya termina por mejorar la magia.
-Torta de naranja y almendras: No soy muy fanático de las tortas, pero esta hace que me arrepentirme un poco de ello.
-Pulpa de cerdo agridulce: sabor Coca-Cola y naranja: Sí le da miedo experimentar, entonces no hagan clik. Si les gusta lo nuevo, dele pues.
Compre naranjas, prenda la tele, rece al dios de los actores marciales (Bruce Lee) y pidale por el peor de sus ángeles.
Foto cc vía Enrique Dans