Partamos por lo básico, las papas fritas son ricas. Sí, son un poco grasosas y los entendidos no recomiendan que comamos mucha fritura, ¡pero ricas!
Su historia se remonta a 1853 cuando George Crum, un ciudadano Estado Unidense que trabajaba como chef en un restaurant, decidió darle una lección a los comensales del local, que siempre reclaman porque las papas que él preparaba eran muy gruesas. Lo que hizo fue cortar las papas en rodajas tan finas que sería imposible tomarlas con el tenedor. Pero su plan no dio resultado, o al menos no el que él esperaba, ya que todos los comensales quedaron impresionados con su nuevo plato.
Las papas fritas o papas a la francesa son un plato delicioso y fácil de preparar. No se necesita de mucha técnica o maestría para llevar a la mesa una porción generosa y sabrosa de ellas. Pero ¿qué las hace tan apetecibles? Si las analizamos en detalle, encontraremos que las papas fritas tienen una combinación perfecta en la boca: un juego entre sabores, olores, texturas, formas y el mágico sonido que estás producen cuando se mastican. Es la unión de los sentidos humanos que se alinean para percibir la perfección de un plato sencillo y cotidiano.
Otro factor que favorece a las papitas fritas es que son un buen acompañamiento para casi cualquier comida. Ok, para cualquier comida. Carne asada, huevos, pescados, pollo, ensaladas, ¡todo queda bien con papas fritas! Incluso si no tienes con qué comerlas, basta tener ketchup, mostaza, mayonesa, ají, salsa de ajo, salsa barbacue o cualquier salsa o aderezo inventado y quedaran ricas también.
Y tú ¿Crees que las papas fritas son maravillosas? Foto: Flickr Waferboard