Varias han sido las ocasiones en que algunas personas se preocuparon de mi pésima dieta más que yo. Así fue como terminé comiendo cuestiones por las que no siento ni la más mínima simpatía, como el sushi. En realidad sólo sushi. Ese ha de ser el alimento que lo comí sólo porque la tripa rugía, por presión, y que más detesté. Y terminó siendo paradójico porque el arroz debe ser una de las cosas que más disfruto al masticar. Quizá no valoricé el momento porque el arroz frío no le encuentro mucha gracia. Y siguiendo esa misma dinámica, en cuanto a preocupaciones externas por mi desprolija alimentación, humanos por aquí y por allá me ofrecieron arroz integral.
Lamentablemente para ellos y para mí, en un porcentaje elevando de ocasiones, ese arroz, el que se suponía me haría reconsiderar la alimentación saludable, terminó siendo un grano parecido al mote. El arroz no es mote, ambos no deberían tener texturas que los confundieran. Y así como me ha pasado cuando me han servido pastel de choclo dulce, tuve que decir “lo siento, no me gusta”. Hasta que mi hermana supo, casi de boca en boca, el secreto para que uno no quedara pidiendo el huesillo en un plato que no tiene nada que ver.
Pero antes, algunas marcas disponibles en el mercado: -Jumbo tiene su propia versión: $1129
-Aruba: $969
-Tucapel: $949
-Granero del Goloso, ½ kilo: $700, 1 kilo: $1200.
-Fiorentini Bio, 1 kilo: $3900
¿Cómo prepararlo? Atención a los secretos: Ingredientes (6 personas): -2 tazas de arroz integral.
-Aceite.
-Sal.
-Aliños a elección.
Preparación:
-Secreto 1: Deja remojando el arroz durante una noche entera (como los porotos).
-Estila el arroz.-Prepáralo como arroz normal (mismas cantidades de tazas de agua por tazas de arroz).