Si hay un fruto maravilloso que la tierra nos ha regalado, es la palta. Su cremosidad y suave sabor hace casi imposible que a alguien le desagrade (de hecho, yo no conozco a nadie que no le guste). Y es que cómo no amarla, si aparte de ser rica, es muy sana y nos entrega una lista gigante de propiedades positivas para nuestra salud, como por ejemplo ayudar en los trastornos digestivos, como la acidez y úlceras; también ayuda a combatir el mal aliento, puesto que contribuye con el proceso de descomposición de los alimentos en nuestros intestinos; también sirve para tratar problemas de la piel como psoriasis (son muy conocidas las máscaras de palta para el rostro); y como beneficio estrella, está el hecho de que ayuda a combatir todo tipo de enfermedades cardiovasculares, ya que contiene grasas monoinsaturadas que tienen la super gracia de combatir el “colesterol malo” y aumentar el “colesterol bueno”. ¿Qué mejor?
En cuanto a adquirirla, basta con ir a tu verdulería más cercana, la feria del barrio, o a la Vega Central si quieres unas buenas ofertas. Y actualmente, su precio no supera los $2.000 el kilo.
Y si de recetas se trata, nuestra querida palta es tan pero tan multifacética… generalmente se utiliza como entrada, como por ejemplo la clásica Palta Reina, o una sofisticada Palta con queso Roquefort para sorprender de vez en cuando.
Otra de sus cualidades es que gracias a su cremosidad mencionada anteriormente, es muy adecuada para preparar pastas y salsas ricas para untar, como por ejemplo el tradicional Guacamole, que en sí mismo ya puede variarse y acompañarse de queso fresco, cebollín, etc. Y de las salsas, mi favorita es el rico y apañador Hummus en su versión palta.
Pero lejos, lo más rico que he probado en innovación paltísitica, son los Espaguetis con Salsa de Palta y Pistachos: un verdadero placer culinario.
Las y los invito a sumergirse en el mundo de las diversas preparaciones de este maravilloso fruto, porque en la presentación que sea, es la más rica y sana.