Los realities de cocina se transformaron en uno de los formatos más consumidos de la televisión argentina. Y dentro de la gastronomía, la pastelería tomó especial importancia gracias a Bake OFF o los episodios de Adriano Zumbo en Netflix.
Si querés llevar tus dotes culinarios azucarados un paso más allá, no te pierdas estos tips para crear tu propio cheesecake. Sí, uno de los clásicos que nunca pasan de moda en la pastelería, ahora lo podés hacer desde tu casa. ¡Manos a la obra!
Formarse como respuesta a todo
Una de las frases más repetidas expresa que “el saber es poder”. Y nada más cierto que esto, porque el conocimiento no solo te abrirá muchas puertas profesionales, sino que te permitirá ir siempre un paso más allá en la búsqueda de ser el mejor en lo que haces.
El universo de la gastronomía requiere de mucha perseverancia. También se necesita tomar un curso de repostería que permita obtener las nociones básicas y pulir habilidades innatas dentro del ámbito de la cocina.
Lo cierto es que estudiar con un curso de repostería abrirá tus fronteras culinarias y te permitirá poner manos a la obra con todo tipo de recetas tan variadas como deliciosas. Además, la repostería y la pastelería requieren mucha dedicación y horas de práctica hasta lograr los platos dulces que ves por televisión.
En definitiva, la formación será una gran aliada a través de la adquisición de conocimientos teórico-prácticos que te permitirán acercarte hacia los profesionales del sector. Ahora sí, vamos con las claves para que tu Cheesecake se vea y se saboree como uno creado por los pasteleros más importantes de Argentina.
1. La base crocante
También conocida como costra, la base del Cheesecake es tan importante como su relleno y sabor. Es la que aporta esa neutralidad sutil y contraste de texturas en el paladar que diferencian un verdadero ejemplo de este clásico de la pastelería de otro mediocre digno del olvido.
Para que la base sea un éxito, rompe muchas galletitas y mézclalas con manteca, harina, azúcar y algunas especias para llenarlas de sabor. Una vez que tengas una masa homogénea, desplegala por toda la superficie del molde sin dejar lugares vacíos. Antes de guardarla en la heladera, asegúrate de que la capa no sea demasiado gruesa ni irregular.
Si logras esto, ya estarás un paso más cerca de crear la torta que siempre quisiste hacer.
2. Llega el turno del relleno
Hablar de un Cheesecake es hablar de queso. Y buena parte del relleno está dominado por un sútil gusto a este producto. La torta tradicional utiliza queso crema, pero si quieres ir un poquito más allá en busca de nuevos sabores, podés apelar a queso de cabra o alguna variedad sutil de queso azul.
Es importante que el queso que elijas siempre esté a temperatura ambiente. Este es un tipo muy importante, porque si usas queso frío aparecerán grumos imposibles de mezclar con el huevo y la harina.
Una vez que tengas el queso a temperatura ambiente, mézclalo con huevo, harina y dedícate a batir hasta lograr una amalgama perfecta entre los ingredientes. Antes de colocar el relleno en el molde con la costra, probalo para asegurarte que no sea demasiado dulce.
Recordá que un buen Cheesecake no se destaca por ser empalagoso, sino que ofrece un sabor equilibrado que te permite comer hasta el cansancio sin riesgo de asquearte. Además, tener un relleno suave te permite jugar con las decoraciones externos agregándole frutos secos, o lo que más te guste.
3. Mezclar sin batir
Esta es otra de las claves para lograr una buena consistencia. El Cheesecake nunca debe ser batido, porque no necesita aire. Asegúrate de mezclar sin batir hasta alcanzar una consistencia densa y cremosa.
4. El secreto de un buen horneado
Si te interesa la pastelería seguramente hayas tomado muchos cursos online y hayas visto que en televisión utilizan hornos con display de temperatura. En la mayoría de los hogares, no cuentan con esta tecnología y calcular el calor exacto del horno puede ser una pesadilla.
La primera recomendación es que consigas un termómetro que te permita calcular de manera fiable y exacta la temperatura alcanzada por tu horno. Si no cuentas con este accesorio, vas a tener que apelar al sentido práctico y los consejos que aprenderás en crehana.com.
El Cheesecake debe cocinarse a 180°C, es decir, colocando la perilla del horno apenas pasando la mitad. Es una masa que tarda bastante tiempo en cocinarse -aproximadamente 45 minutos o una hora- y como sabemos cada horno es un mundo. El objetivo siempre es evitar usar fuegos muy intensos que quemarán la base y dejarán el relleno crudo. Y este, es uno de los pecados capitales a la hora de hacer este clásico de la pastelería que nunca pasa de moda.
5. Paciencia a la hora del enfriado
Una vez que la torta haya ingresado al horno, no se te ocurra por nada del mundo abrirlo, porque los cambios bruscos de temperatura generan una cocción despareja. Y la homogeneidad es una de las premisas del Cheesecake.
La única excepción a la apertura del horno se da en aquellos casos donde ves que la torta comienza a agrietarse. En ese caso, coloca un cuchillo debajo del agua hirviendo y luego pásalo por la superficie del relleno para aplanarlo.
Una vez que la cocción haya terminado, apaga el horno y deja que la torta se enfría ahí mismo durante media hora, para luego sacarla del horno exponiéndola a temperatura ambiente y finalmente colocándola en la heladera. Ten paciencia porque el proceso de enfriamiento lleva su tiempo y una vez que esté completo, recién ahí es tiempo de las coberturas.
6. Coberturas para todos los gustos
Una de las ventajas del Cheesecake es que combina a la perfección con casi todo lo que te imagines. Optá por frutas veraniegas como los cítricos o de estación -los frutos rojos son unos de los favoritos-. También puedes usar crema de leche, chantilly o tomarte el tiempo de preparar una ganache si tus comensales aman el chocolate.
7. Disfruta del proceso
Deja el estrés de lado y disfruta del paso a paso. Recuerda que echando a perder se aprende y que todo forma parte del proceso de aprendizaje. Cuanto más practiques, mejor será tu producto final.