Las llamadas carnes blancas, por su color más claro, incluyen aves como el pollo, pavo, pato, ganso, y pescados. También se incluye en este grupo al conejo, pero no el avestruz.
Las carnes rojas aportan una mayor cantidad de grasas saturadas que las carnes blancas. Un estudio llevado a cabo por la Universidad de Harvard ha descubierto que el consumo elevado de grasas saturadas está ligado al aumento en los niveles de colesterol, riesgo vascular mayor y el desarrollo de algunos tipos de cáncer. Por otro lado, las carnes rojas tienen un mayor contenido de hidrocarburos aromáticos, aminas heterocíclicas y compuestos nitrosos que pueden ser perjudiciales para la salud.
Las carnes en general son una fuente importante no solo de proteínas, sino que también aportan vitamina B12, potasio, hierro y zinc entre otros. Una de las principales funciones de estos nutrientes es la buena mantención del sistema nervioso y los músculos, previniendo además la aparición de anemia.
Si bien muchos de estos nutrientes se pueden obtener de otras fuentes como semillas, legumbres y verduras, es importante prestar atención a la ingesta adecuada de proteínas y minerales. En resumen, las carnes blancas son bajas en grasas saturadas y a la vez aportan proteínas y nutrientes. La recomendación entonces es sustituir las carnes rojas por blancas y comer con moderación, ingiriendo siempre una elevada cantidad de frutas y verduras. Imagen CC Gideon