Siempre me ha encantado el año nuevo, por varias razones: la sensación de dejar todo lo malo del año viejo, y tener la oportunidad de comenzar de nuevo; las fiestas y el ambiente de alegría que reina en las calles; y por supuesto, por la rica cena que corresponde para despedir el año que se va, y recibir el que comienza.
Ahora, mi experiencia en torno a la cena de año nuevo ha ido variando conforme pasan los años. Cuando pequeña, mi mamá se hacía cargo del tema, y yo sólo sufría con su estrés de preparar y tener todo listo para la noche.
Luego, cuando fui creciendo, ya me dejaba participar un poco más, por ejemplo, mandándome a comprar los ingredientes a la feria y el supermercado.
Y ya siendo adolescente, al fin me dejó comenzar a cocinar. A partir de los 15 años aproximadamente, me he vuelto la encargada de preparar los acompañamientos de la carne: ensaladas, arroz, papas en todas sus versiones. Y desde hace un par de años, me hago cargo de las entradas también.
Todo lo cual hace más especial esta fiesta. Porque la hace sentir parte de mí, y me siento parte de lo linda que sea la celebración. Porque puedo ocuparme de detalles como que la entrada sea bonita además de rica: en esta ocasión, haré palta reina, pero gracias a Cookcina, estuvimos considerando variar con otras, como las betarragas rellenas, pero nos falló la feria de nuestro barrio, ya que no vendían :(
Sin duda, es una fiesta que nos permite disfrutar de comida especial y regalonear el paladear, ¿por qué no?.
Foto CC Vía Donabelandwen