El ajo en polvo es genial. Sé que el fruto de la tierra es distinto, que tiene un montón de propiedades, soluciona los problemas de frivolidad en pareja y previene quizá qué enfermedades. Pero estoy casi seguro que la energía ionizante que transforma el ajo deshidratado en ese fantástico polvo no es del todo mala. Por lo mismo el resultado no se debe quedar atrás. Hace unos años trabajé en “El Mastique”, un restorán-picada frente a Arquitectura de la Chile, en Portugal. Se los recomiendo sólo si sigue el maestro Javier. Quien, además, me enseñó el secreto del lugar. Adivinen… ¿cuál más? Ajo en polvo, pué. Y su precio es de aproximadamente $140, lo hace accesible a casi todos los bolsillos.
El reemplazo más sabroso.
Es, también, de los pocos sucedáneos que no defrauda. No como esa basura líquida que intenta igualar a un limón. Qué cuestión más mala. Yo utilizo el ajo en polvo principalmente para sazonar salsas o preparaciones que incluyan palta, como el guacamole. Así evito que salga un trozo mal cortado de ajo. Sí, soy malo y flojo cortando lo que se debe picar finamente. También me gusta muchísimo para aliñar carnes, principalmente el cerdo. Por último, y como dato, disfruto agregándolo al puré... ¡instantáneo, obvio!.
A continuación una pequeña lista con recetas ya publicadas en Cookcina.com y que perfectamente podrían haber llevado a este hijo de la ciencia.
1) Guacamole: Cualquiera de éstas variaciones del clásico guacamole pueden quedar igual de sabrosas con el ajo en polvo.
2) Budín de carne: Absolutamente todos los budines son ricos, y con ajo en polvo no podría empeorar.
3) Pollo flambeado al whisky: El pollo es delicioso, el whisky es el sudor de los dioses y el ajo en polvo la estela que dejan los cometas (comparaciones de mal gusto y gratis).
Y ustedes, ¿han cocinado con esta maravilla?